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Salud

Los mitos sobre los peligros de los endulzantes no calóricos

Existen alrededor de ellos una gran cantidad de información falsa. Conocé los mitos que se deben erradicar.

Los edulcorantes no calóricos son parte de la dieta diaria. Muchos se encuentran ocultos en alimentos, bebidas -de gaseosas a jugos- y, claro, sirven también para darle un poco de dulzura a las infusiones. Están tan dentro de las rutinas de alimentación que, muchas veces, pasan desapercibidos, aunque muchos los consideran aliados al momento de controlar la ingesta de calorías.

«Hay dos mitos primarios que se deben erradicar, que por alguna razón tienen mucho peso en el inconsciente colectivo. El primero es que si un producto tiene un nombre que suena muy químico o no se puede pronunciar es malo para la salud, como si la cuestión semántica determinase que un alimento es bueno o malo«, explicó a Infobae Alex Eapen, bioquímico y farmacéutico de la Universidad de Iowa, con un posgrado en investigación oncológica de la Clínica Mayo (EE.UU.).

El especialista, que tiene más de 14 años de experiencia en la evaluación de la seguridad de alimentos y medicamentos, añadió: «El segundo gran mito es que porque algo sea natural eso ya lo hace sano».

Para Eapen estos dos preconceptos afectan principalmente a los edulcorantes no calóricos, ya que consideró que «existen alrededor de ellos una gran cantidad de información falsa».

«Si bien el aspartamo, la sucralosa o la sacarina representan una genuina herramienta para controlar la ingesta diaria de calorías, y hay numerosa evidencia científica que respalda su consumo, su seguridad continúa siendo cuestionada», agregó en el marco del XV edición del Congreso Argentino de Ciencia y Tecnología de los Alimentos.

Para Eapen estos mitos se desarrollan debido a un cambio de paradigma a la hora de buscar información calificada: «Hubo un tiempo en el que los mensajes eran ofrecidos por gente con conocimiento científico o especializado, pero hoy, con las redes sociales, se postean cosas en Internet basadas en creencias o sentimientos personales, que no tienen sustento científico. Este es un fenómeno que ha sido descripto como la muerte del conocimiento».

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¿Cómo se controla que los edulcorantes sean seguros?

El experto en seguridad alimentaria explicó que existe un control riguroso, que se basa en el concepto de la ingesta diaria admisible (IDA).

«La IDA se calcula en base a los niveles de exposición a cada endulzante intensivo. Se toma el nivel de ingesta que está justo por debajo del que causa un efecto en los ratones y se divide a ese número por 10. Esto se hace para tener en cuenta la diferencia de lo que es un estudio en animales de uno en humanos. Luego, a ese resultado se le aplica otro factor de 10 para tomar en cuenta las diferencias genéticas entre las personas. O sea, que la IDA sugerida para un edulcorante intensivo es muchísimo más chica -100 veces menos- que el valor más alto tolerado en animales«, explicó Susana Socolovsky, vicepresidente de la Asosiación Argentina de Tecnólogos Alimentarios (AATA).

«La IDA se calcula por kilo de peso corporal por día. De modo que la IDA da cuenta de la cantidad que un humano puede consumir todos los días de su vida a lo largo de toda su vida sin tener riesgos para la salud. La IDA para un niño de 10 kilos es ese IDA multiplicado por 10 kilos y para un adulto de 70 kilos es ese número por 70″, aclaró Socolovsky.

Aspartamo

Comenzó a implementarse en los ’90, cuando la Unión Europea aprobó su uso y, en la actualidad, es el que más se utiliza en la industria alimenticia, abarcando casi el 60% del mercado mundial de estos aditivos, en más de 100 países.

Técnicamente es un edulcorante calórico, ya que está compuesto por dos aminoácidos que aportan 4 calorías por gramo. Sin embargo, al ser 200 veces más dulce que el azúcar -190 miligramos (casi una caloría) tienen la misma capacidad endulzante que 40 gramos de azúcar (160 calorías)- se lo considera como «light».

Entre los estudios más destacados sobre su inocuidad se encuentra el de la EFSA( Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), en el que demostraron que las dosis en las que se comercializa -E-951- no genera daños a la salud.

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Stevia

De origen paraguayo, es 100% libre de calorías. Se localiza en muchísimo productos: desde tés, bebidas, jugos, yogures hasta en cereales, aderezos para ensaladas y golosinas, entre otros.
Los glucósidos de esteviol, componentes de la planta llamada Stevia Rebaudiana Bertoni, son entre 200 y 300 veces más dulces que el azúcar de mesa. Diferentes estudios revelaron que no genera efectos indeseados en todas las poblaciones, incluidos niños, embarazadas y mujeres en período de lactancia.

Acesulfame K

El acesulfame potásico no posee calorías, a pesar de que endulza casi 200 veces más que la sacarosa. Si bien es amargo, su sabor se potencia cuando se lo combina con otros endulzantes de bajas calorías y no calóricos como la sucralosa y el aspartamo.

Está aprobado en 90 países, donde organismos reguladores y científicos como la FDA de los Estados Unidos, el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (Jecfa) y el Comité Científico en Alimentos (SCF) de la Unión Europea (hoy EFSA), concluyeron que no es perjudicial.

Sucralosa

En 1998, la FDA de los EEUU aprobó el uso de la sucralosa en 15 categorías de alimentos y bebidas, y en 1999 se aprobó su «uso general» como edulcorante. Se consume en cerca de 80 países.

Tiene un gran poder para endulzar: 600 veces más que el azúcar y puede encontrarse en alimentos y bebidas. Ha pasado por más de cien estudios relacionados con el cáncer, los efectos en los genes, en la reproducción y fertilidad, en los defectos de nacimiento, la inmunología, el sistema nervioso central y el metabolismo, entre otros, sin que se encontraran problemas relacionados con la seguridad alimenticia.

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Fuente: Infobae