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Actualidad

Carolina Duer logró su victoria más importante

Derrotó a la Tigresa Acuña por puntos, por ventaja mínima y sin títulos en juego

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Si bien pertenecen a la misma esencia, el boxeo masculino y el femenino se diferencian en varios aspectos. Sobre todo en la manera de sobrellevar los combates, con interpretaciones distintas a la hora de ejecutar en el ring. Mientras los «caballeros» tratan de proyectar y armar sus estrategias, las «damas», con más ferocidad que reflexión, «pelean» sus cotejos. Este concepto, potenciado con la estrechez de los dos minutos de acción, que reglamenta cada round en las peleas del «sexo débil», se vio reflejado en el fallo que otorgó a la porteña Carolina Duer (54,700 kg), campeona mundial supermosca (OMB), la victoria más significativa de su carrera al vencer por puntos en diez rounds a la formoseña Marcela «La Tigresa» Acuña (54,700 kg), en un combate efectuado anteanoche, en el club Universitario de La Plata, sin títulos en juego.

Con una ventaja mínima pero indiscutible, Duer venció a Acuña; más allá de los guarismos exagerados de dos de los tres jurados con un criterio de cuatro puntos a favor de la pupila de Alberto Zacarías. Duer, de 34 años, y un récord de 14 victorias y tres derrotas, impuso un ritmo continuo con puntería en sus golpes ascendentes de izquierda, que gravitaron a la hora de elaborar los guarismos del match. Aprovechó la lentitud -física y de reflejos- de Acuña, que con un trabajo pasivo y especulador no tuvo eco ni efecto para doblegar a su rival. Sus impactos rectos de derecha carecieron de la continuidad que el combate reclamaba.

A los 36 años, y con 15 de tuteo en peleas mundialistas, la Tigresa abrió un gran interrogante sobre los fundamentos que, en estos momentos, sostienen su carrera. ¿Con o sin sentido? Ganó una bolsa de 250.000 pesos y peleó con su próximo compromiso metido en la cabeza: su desafío a la mendocina Yésica Marcos. Y todo esto gravitó en su pobre rendimiento.

Duer consolidó su imagen ascendente y carismática, gestada en los últimos dos años. Impuso una personalidad firme ante las desventajas físicas y de pronósticos que debió sobrellevar, y supo estallar en los momentos justos. Sobre todo en el último round, el pasaje indicado para todo pugilista que quiera ganar una pelea.