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Hockey

El sueño de ser Leona, entre la fantasía, la presión y la realidad

Miles de jóvenes en todo el país aspiran a llegar al prestigioso seleccionado de hockey; la autoexigencia extrema, el papel de los padres y las figuras consagradas como modelo a seguir, un combo que analizan jugadores, técnicos y psicólogos.

El imaginario colectivo de convertirse hoy en Luciana Aymar, y más atrás en el almanaque en Soledad García o Vanina Oneto, mantiene una vigencia absoluta porque los logros del equipo acompañaron desde aquella gesta en Sydney 2000 hasta el Mundial 2014 de La Haya; un largo camino de 15 años que alumbró mitos y símbolos arropados con la camiseta celeste y blanca. Pero a veces los límites del deseo se vuelven difusos, entre la fantasía de las fanáticas por ser Leonas y las chances concretas de alcanzar algún día ese objetivo, contrapuso La Nación.

En este contexto, el trabajo mental se incrementó a medida que aumentaron las exigencias para el seleccionado mayor en el ámbito internacional. Ese papel desempeñó con el primer equipo la psicóloga deportiva Nelly Giscafré, que ahora atiende las inquietudes de jugadoras de clubes que pretenden ser Leonas. Ellas son enviadas por técnicos o por sus propios padres.

«La principal preocupación de las aspirantes es tener que demostrar lo que saben frente a las pocas oportunidades que se les presentan. Son tantas las ganas de ser Leonas que muchas veces terminan bloqueándose. Durante una prueba muestran una sensibilidad terrible por la forma en que las observa el entrenador. En lugar de tomar cosas del DT para aprender, transforman esa mirada en una crítica. Se ponen una coraza que les impide jugar liberadas, de manera más lúdica. Es el sentimiento de «tengo miedo a equivocarme y que no me elijan». Y entonces se equivocan el doble.» Según Giscafré, las chicas ansían «encarnar un modelo ideal» y «obtener el certificado de ser muy buena en el deporte«. No se trata de salvar su futuro económico con el hockey, sino de esa necesidad tan humana de ganar prestigio.

«Todas las nenas tienen que tener la fantasía y el sueño de ser Leona, porque en cualquier momento se te puede hacer realidad. Cuando empecé a jugar, sinceramente nunca imaginé que podía lograr tanto, pero se me dio. Es perseverar y después dependerá de la decisión que tome cada una en cuanto a la continuidad y la constancia que le ponga, pero la fantasía hay que tenerla siempre«, opina Luciana Aymar, con 37 años, ocho distinciones anuales como Mejor Jugadora del Mundo y medallas en Juegos Olímpicos, Mundiales y Champions Trophies, pronta a dar su gran despedida en diciembre en Mendoza.

Marcelo Garraffo, ex DT de ambos seleccionados, ubica en la balanza el gran arraigo del hockey con las metas deportivas de las chicas. «Un deporte se populariza por los sueños de la población de esa disciplina. Antes, con Gabriela Sabatini, los sueños se trasladaban a una cancha de tenis. Ahora hay una gran población de la franja etaria juvenil que se ilusiona con el hockey«, argumenta. El director deportivo de GEBA y asesor de la UADE agrega: «Los padres y los entrenadores debemos educar esa fantasía de querer ser Leona y controlarla para que no sea nociva. Son muy pocas las chicas que llegan al seleccionado; tenemos que ser cautos y acercarlas a la mayor realidad posible. Esto es un embudo en el que cada vez pasan menos. Es cruel, y cuanto más chica se es, más difícil resulta asimilar la frustración«.