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La historia de la ganadora argentina de moto cross

Dalila Hidalgo (34) tuvo que luchar contra la discriminación para poder lucir en las pistas de este deporte.

A los 15 años, cuando la mayoría de las chicas sueñan con su fiesta de cumpleaños, con vestido largo, vals y rodeada de amigas, Dalila Hidalgo luchaba por otra aventura: que la dejaran correr en motocross en los circuitos profesionales.

De padre, tío y primos fanáticos de las dos ruedas, ella quería seguir ese camino y sentir la adrenalina de las carreras. «Yo empecé porque todos los hombres de mi familia andaban en moto pero ninguna de las mujeres lo hacía», cuenta Hidalgo, ahora de 34 años y toda una vida dedicada al moto cross. «A la parte femenina de mi familia no le gustaba que corriera, pero yo les decía que nadie me obligaba, que lo hacía porque me gustaba, hasta que lo aceptaron», asegura.

Esas primeras carreras en el año 2000 fueron cuesta arriba para ella. «Me costó un montón porque hubo carreras donde no me dejaron inscribirme porque era mujer. ‘¿Cómo va a correr si es mujer’?, decían. Igual me metía a correr y después de la competencia me pedían disculpas. Eso era ni más ni menos que una discriminación», recuerda la corredora a la distancia, mientras hoy divide su tiempo entre las pistas y la kinesiología, su profesión en el día a día.

En aquellos tiempos tenía que enfrentar, además, los palos en la rueda. «Muchos corredores eran burlados porque les ganaba yo; y tuve caídas por golpes de mala intención porque yo los pasaba», rememora. Su gran primer recuerdo se dio cuando logró el primer puesto en el Campeonato Enduro Provincial Novicios. Luego, la seguirían más títulos tanto en la Argentina como en México y Chile.

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Fue en los últimos cinco años cuando Hidalgo logró, a fuerza de empuje, que se permitiera participar a mujeres de cuatro de las ocho fechas que tiene el Campeonato Nacional. «La ultima fecha fuimos 15 chicas. Y es un montón porque cuesta muchísimo participar. Yo a las chicas les digo que es un deporte con riesgo, pero que si realmente quieren lo tienen que hacer. Veo a muchas que dicen: “Mi mamá no me deja”. Pero las aliento a insistir porque si es algo que quieren de verdad lo pueden hacer. En este deporte es fundamental el apoyo de tu familia para poder lograrlo», relata. Tanto esfuerzo la llevó a que marcas como Silkolene, dedicada la protección de motores, fuera su sponsor.

«En mi caso lo sufrí mucho al principio, pero después me fortaleció. Arriba de la moto sufrí la discriminación pero siempre seguí y superé cualquier obstáculo; y si bien la moto me encanta, me ayudó a crecer en cuanto a cómo soy como persona», sostiene.

MG

FUENTE CONSULTADA: APERTURA