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Cómo entrenar la mente de un deportista

Se juega con el cuerpo, pero también con la cabeza.

Se juega con el cuerpo, pero también con la cabeza. Mindfulness, la técnica para entrenar cómo apagar el cerebro y rendir mejor en la cancha.

«Estar presente en el presente», una frase que de tan pronunciada puede devenir inconsistente, o de tan naïf puede sonar irrelevante, tiene, en cambio, una profundidad notable y encierra en su interior la piedra angular del mindfulness, una práctica deudora del budismo que Occidente comienza a adoptar y que el deporte de alta competencia, con su necesidad inapelable de concentración y resistencia emocional, considera cada vez más valiosa.

«Estar presente en el presente» no es más ni menos que eso: vivir con atención plena el momento actual, observando que la mente realiza siempre eso que más le gusta hacer: perderse por los pasillos del pasado o por las montañas imaginarias del futuro, recordando o fantaseando según el caso, y alejándose de la acción del momento. Para hacerlo, para anclar la escurridiza mente en el hoy, el ser humano cuenta con una herramienta tan simple como infalible: su respiración, una función en la que no solemos reparar, pero que si nos detenemos en ella, si pensamos en el proceso de inhalación y exhalación, nos permite apagar todas las pantallas mentales disuasivas y concentrarnos en la experiencia sensible del ahora.

Muy en boga en Europa y en algunos centros de pensamiento deportivo de Estados Unidos, elmindfulness es una filosofía desarrollada por el biólogo molecular norteamericano Jon Kabat Zinn a fines de los años setenta. Entre otros conceptos, el subraya el hecho de enfocarse en lo que sucede -de abrazarlo-, sea cual fuere el motivo: un dolor, una pena, una mutación, un susto, un goce. Su objetivo es no ser esclavo de la mente. Parte de sus ideas -aun cuando no fuera así reconocido- han sido empleadas por estrellas del deporte mundial como Phil Jackson -coach de los multicampeones Chicago Bulls y Los Angeles Lakers- y Gil Reyes, entrenador del legendario Andre Agassi.

Este último, en su extraordinaria autobiografía (Open), relata cómo Reyes le inculcó insistentemente que la dificultad y la frustración debían ser aceptadas, y hasta queridas, como parte de la vida: «Su filosofía, en todo, es buscar el dolor, cortejar el dolor, reconocer que el dolor es la vida. Si tienes el corazón roto, me dice Gil, no te escondas de él. Si nos duele, me dice, dejemos que nos duela», cuenta Agassi en su libro. Jackson, por su parte, impuso métodos de entrenamiento muy particulares cuando era el coach de los Bulls o de los Lakers, como practicar casi en penumbras o hacerlo toda una tarde en silencio, sin que nadie hablase.

Esa necesidad de afincarse en el ahora puede resultar decisivo para los deportistas de alta competencia, propensos a caer -por la explosiva dinámica del juego- en la desconcentración durante el partido, ya sea recordando con lamento un error cometido o pavoneándose en una jugada lucida recién hecha. Otra manera en la que se manifiesta la desconcentración es en el desgaste emocional producido antes del match, el típico caso de «jugar los partidos» antes de que comiencen. Todos esos «vicios» son los que enseña a educar PlayMindful, el entrenamiento mente/cerebro para deportistas -de alta competencia y amateurs- que brinda la asociación Visión Clara a través de un grupo de instructores guiados por Francisco Vanoni (playmindful.com). De sus talleres, denominados «El camino del Bambú» -se dictan en la sede de Paraguay 2041-, participaron deportistas consagrados como el rugbier Felipe Contepomi o el regatista olímpico Juan de la Fuente.

Quien puede dar testimonio de las bondades del entrenamiento mente/cerebro es Javier Ortega Desio (24), tercera línea de Los Pumas, quien entre agosto y septiembre asistió al entrenamiento. Ortega Desio había sido titular y había anotado un try contra Escocia en un Test Match disputado en junio. Pensaba que esa performance podía ser consagratoria, o que al menos le aseguraría un lugar en el plantel que dos meses más tarde disputaría el Rugby Championship ante los poderosos All Blacks, Springboks y Wallabies. No sucedió, no lo convocaron. Se volvió a ilusionar cuando Pablo Matera, también tercera línea, se lesionó y fue necesario incorporar otro ala. Pero tampoco lo convocaron. Otra vez volvió a entusiasmarse cuando Juan Martín Leguizamón -otro tercera línea- fue dado de baja por una molestia. Pero no lo llamaron.

«En ese momento fue muy importante no dejarme ganar por la ansiedad y seguir entrenando. Enfocarme en eso que estaba haciendo y reconocer con humildad que había cosas que no dependían de mí», asegura. Ortega Desio, finalmente, tuvo su recompensa y justo cuando estaba terminando el curso de mindfulness, la baja de Juan Fernández Lobbe le abrió la puerta en el seleccionado. La alegría fue completa, porque jugó -y muy bien- casi todo el segundo tiempo en el histórico triunfo de Los Pumas ante Australia, el primero en el Rugby Championship.

Ex wing de Los Pumas, SIC y London Irish, Tomás De Vedia (32) fue uno de los primeros deportistas de alta competencia en adoptar mindfulness, a tal punto que hoy es uno de los encargados de dictar sus cursos. De Vedia observó cambios no bien comenzó a practicar: «En el 2010 jugué absolutamente todos los partidos del año con el SIC, no me lesioné y pude tener una claridad que no había tenido antes como jugador. Dejé de preocuparme por si marcaba tries o no y empecé a dar todo en cada jugada, incluso en las que no tenía que tocar la pelota. Me ayudó a estar cómodo en la incomodidad, como decimos a veces. Dejé de jugar el partido antes de comenzarlo. Esa serenidad se empezó a trasladar a mi vida fuera del juego. Más concentración era mejor calidad para hacer las cosas, para relacionarme con la gente, para usar el tiempo de otra manera o, mejor dicho, salir del concepto de tiempo reloj para entrar en el tiempo interno que es hacer las cosas de manera adecuada, con concentración».

Hasta no hace mucho, todavía influenciados por el cinismo, el pragmatismo y la banalidad, conceptos como compasión, honestidad, coraje y amabilidad podían ser vistos como anhelos románticos surgidos de un panfleto de autoayuda. Hoy, con la abdicación paulatina pero sostenida de la medicina tradicional como único sostén de nuestra salud, y la creciente necesidad de los nuevos adultos de otro tipo de relaciones, se sabe que educar la mente y alinearla con las emociones resulta esencial para la buena vida.

Al igual que De Vedia -que en la actualidad es comentarista de ESPN-, otro rugbier que abrazó el mindfulness es Gonzalo Gutiérrez Taboada (27), una de las figuras del Newman, convocado para los Jaguares, los Pumas «B», en más de una ocasión. «Me ayudó a estar mucho más concentrado», confiesa. «Si tengo un error no me quedo dando vueltas con eso, sino que me concentro en la respiración y me olvido. No sabría decir si esto hizo que jugara mejor o no, pero sí tengo la sensación de que lo disfruto más. Me pasó de haber perdido un partido importante en el último minuto contra un rival ganable. Veníamos primeros y era clave para poder clasificar directo a semifinales. Sé que en otro momento hubiese sido durísimo. Me hubiera quemado el bocho diciendo que ya no íbamos a clasificar, que no podíamos perder un partido así, en el último minuto, contra ellos. Mindfulness me ayudó a evitar todo eso que genera la mente. A estar tranquilo, sin pensar en lo que puede pasar. Lo que también me hace disfrutar más y evitar que perder sea algo grave o doloroso».

De Vedia, que asiste a Vanoni en el dictado de las ocho clases del entrenamiento mente/cerebro, cree que para que el método funcione es fundamental que cada deportista pueda reconocer con humildad todas las emociones que lo albergan y definen. «Si practico mindfulness puedo notar que todo el tiempo atravieso estados de alegría, de tristeza, de ira, de enojo, de cansancio, de ansiedad, de calma. Al darme cuenta de que esos estados son transitorios, puedo dejar de ser dominado por ellos, o apegarme a ellos, y en lugar de reaccionar a cada cosa que sucede, puedo frenar y actuar con más libertad. Continuar esa práctica ayuda a ser más compasivo con uno mismo, a reconocer que los errores, las fallas son parte de uno también. Y eso para un deportista es fundamental: poder ser compasivo con los errores propios porque, en general, es la falta de autocompasión la que lleva al deportista al derrumbe en el medio de la competición».

Para aquellos que pueden tachar de utópica o de inconsistente la práctica, De Vedia tiene una respuesta adecuada: «No se trata de estar siempre felices: el tema es la posibilidad de vivir todas las experiencias. «Soy la felicidad y también la tristeza», dicen los monjes zen. La práctica ayuda a ir descubriendo capas. El deporte es una herramienta hermosa para conectar con lo espontáneo, con el momento presente. Y hoy se habla mucho del momento presente, pero no se lo puede experimentar desde el intelecto, leyendo un libro. Los libros fundamentan, pero la experiencia es la que conecta; es, en definitiva, la única verdad. Tu experiencia es la verdad y la mía también. El deporte es solamente experiencia, en el momento que teorizamos sobre ello ya pasamos a otra cosa».