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Londres 2012

Con los trajes veloces a otro lado

Después de los Juegos Olímpicos de Beijing y el Mundial de Roma cambiaron las reglas. Y bajaron los records.

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Fue hace tres años. Y fue cuando los dirigentes de la Federación Internacional de Natación vieron lo que había ocurrido primero en los Juegos Olímpicos de Beijing y después en el Mundial de Roma un año más tarde, con cronómetros destruyendo récords casi en cada competencia por culpa de los trajes de baño de alta tecnología que habían sido creados por la empresa italiana Jacked, pero que después copiaron Arena y Speedo, aunque esta marca en menor medida.

La alta flotabilidad que proporcionaban aquellos trajes de poliuretano (en el mercado se conseguían a unos 400 euros en promedio), en los que el material impermeable con el que estaban fabricados creaba una capa de aire y burbujas, alteró el concepto del deporte y la natación dejó de ser una competencia entre atletas para convertirse en una carrera tecnológica. Incluso los propios campeones aprovechaban los grises de las reglamentaciones y el francés Alain Bernard, oro olímpico de los 100 metros libre en 2008, llegó a utilizar un traje de baño de tres capas para favorecer su rendimiento…

Pasó el tiempo y la natación de Londres 2012 luce diferente. Ya no abundan los récords (aunque los hay, por supuesto) y los atletas, además, se ajustan a las reglas con trajes que van desde la cintura hasta las rodillas en los hombres y con los hombros descubiertos y también hasta las rodillas en las mujeres. Sin embargo, siempre hay lugar para la polémica. Y en la fantástica piscina del parque Olímpico hoy se habla de los modelos -algunos muy coloridos- impuestos por las empresas proveedoras de la indumentaria, que vuelven a sostener una competencia paralela.

En un reflejo de la anarquía que imperó hasta 2009, los nadadores muestran ahora trajes de baño revolucionarios y mientras Speedo sacó ventaja en Beijing con su modelo LZR Racer, Arena, que en ese momento sólo tenía el 10 por ciento de los nadadores de la elite, se recuperó aquí notablemente con el Powerskin Carbon-Pro, que parece gozar de las mayores preferencias.

Speedo presentó sus productos de 2012 en una ceremonia doble y con dos modelos de lujo: al mismo tiempo que el estadounidense Michael Phelps “desfilaba” en Nueva York, la inglesa Rebecca Adlington lo hacía en Londres. Además de los trajes, la marca mostró por primera vez gorras diseñadas para reducir la resistencia al agua y antiparras más anchas y angulares que facilitan la visión periférica. Sin embargo… “los nuevos trajes son horribles”, consideró, lejos de ser diplomático, el entrenador holandés Titus Mennen durante el último Campeonato Europeo de Debrecen. “Se ponen muy pesados y para las mujeres son muy difíciles de colocar. Luego se forman protuberancias con el agua. Es algo en lo que la marca deberá trabajar”.

Los estadounidenses no se quedaron atrás y en Londres les permiten a sus nadadores usar el traje de baño que quieran aunque Speedo sea el patrocinador oficial del equipo. La misma situación se presenta en los atletas de Australia y Gran Bretaña, otras dos potencias de la natación.

Este deporte, de todos modos, sigue siendo noticia. Por lo que sucede adentro, pero también por lo que pasa afuera del agua, donde la competencia y el negocio se mezclan.