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La representante argentina para el Maraton

María de los Angeles Peralta y Miguel Bárzola serán los representantes nacionales en los 42.195 metros; Por primera vez, la argentina tendrá a un hombre y a una mujer en una misma cita olímpica.

Faltan apenas 18 días para la gran fiesta universal. Y Londres, la húmeda capital inglesa, tendrá dos representantes argentinos en la maratón. Un hombre y una mujer, como nunca antes sucedió en una cita olímpica. Miguel Bárzola y María de los Ángeles Peralta cumplirán el sueño que persiguieron desde siempre: correr la distancia de Filípides en los Juegos Olímpicos. A ambos la vida les cambió a fuerza de sacrificio, entrega y un corazón enorme. Nadie les regaló nada. Algo que a la distancia miran con orgullo. Esos 42.195 metros en suelo inglés serán los más importantes de sus carreras deportivas.

Ambos se clasificaron para los Juegos en una misma ciudad: Rotterdam, en Holanda, aunque con un año de diferencia. Bárzola lo consiguió en su debut en 2011, en su única participación hasta el momento, que le bastó para obtener la marca mínima A (2h15m). En cambio, Marita Peralta tuvo que trajinar bastante más debido a que atesoró su pasaje en la última competencia (en abril pasado) avalada por la Confederación Argentina de Atletismo (CADA) y tras correr ante duras oponentes. Con 2h37m55s se adjudicó la mejor marca B femenina nacional, con lo que comenzará a vivir en carne propia algo con lo que fantaseó desde los 8 años, en Mar del Plata, cuando se inició en el atletismo.

Con 34 años, Marita se entrena desde los 17 con Leonardo Malgor. «Fue un proceso largo que se inició hace mucho tiempo. Para correr maratón es necesario madurar mucho porque los volúmenes de trabajo son inmensos (cerca de los 200 km semanales) y la carrera en sí te desgasta psicológicamente porque exponés tu cuerpo al máximo. Los entrenamientos son muy duros con la implicancia, en mi caso, de ser madre de dos hijas y esposa», cuenta Peralta. Y agrega: «Ser mamá de dos bebes como Maia [de 4 años] y Ainoa [de 2] no es sencillo. En todo este trabajo valoro el apoyo incondicional de mi marido, Andrés Mena, porque la dedicación a los Juegos Olímpicos, en estos momentos, es prácticamente full time».

Bárzola, en cambio, es soltero y desde que llegó a España, hace siete años, su vida cambió drásticamente. Obrero de la construcción en Bragado, provincia de Buenos Aires, en 2004 decidió viajar junto con un grupo de amigos para probar suerte en Alicante cuando el trabajo escaseaba en la Argentina. «Desde que llegué a España trabajé de lo que sabía: de albañil. Por suerte, hace casi tres años me becaron en un club y pude dedicarme de lleno al atletismo. Con ello, los resultados mejoraron significativamente», cuenta Bárzola, de 30 años.

Tanto Marita como Miguel, en estos días, están realizando sus puestas a punto en centros de entrenamiento en la altura. La marplatense viajó el miércoles pasado a Eldoret, Kenya, en pleno Valle de Rift, a 2400 metros de altura, acaso la meca de los mejores fondistas del mundo. «Este viaje es parte del sueño que estoy viviendo porque voy a estar casi un mes (cuatro semanas) y el aprendizaje será total. Una vez que me clasifiqué, en el Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) me consultaron dónde quería hacer la última parte del entrenamiento y, casi inmediatamente, me confirmaron todo. Parece increíble», explica Peralta, que hace unos meses apelaba a la colaboración de sus amigos y allegados, quienes realizaban tallarinadas y rifas para que pudiera viajar a competir y entrenar.

Miguel, en cambio, eligió los montes de Sierra Nevada, en Granada, Andalucía, una próspera estación de esquí en invierno a 3400 metros. «No quise irme de España. Allí es donde conseguí mis mejores rendimientos. Tenía la idea de ir unos meses a nuestro país, pero el frío que hace en esta época puede resultar un contratiempo. Además, en breve me encuentro con mis viejos y dos amigos en Alicante y después partimos rumbo a Londres para que me vean correr», señala Bárzola.

Hoy sus situaciones cambiaron. Atrás quedaron las etapas de apoyo exiguo, casi imperceptible. Al tener un sostén más genuino y real la aspiración para mejorar sus tiempos no es una mera utopía. Aspiración terrenal que escapa al deseo de acceder a un podio, un lugar reservado para kenyatas y etíopes. «Con Marita no llegamos hasta acá de regalo. Es un premio a tantos años de sacrificio del que recién ahora podemos disfrutar. En Londres deseo bajar mi tiempo (2h15m). Sé que puedo y sigo trabajando para eso. Estar entre los primeros ocho sería un triunfo porque obtendría un diploma», manifiesta él. «Bajar mi marca (2h37m55m) será como colgarme una medalla», resume ella. Para los dos, es el tiempo de preparar una postal inolvidable.

 

Por Damián Caceres ( Canchallena.com )