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La única rutina que no cambia en vacaciones

Cada vez son más los que no se resignan a volver del descanso con un par de kilos extra, y deciden mantener, donde estén, sus hábitos de actividad física

Volver de las vacaciones con algunos kilos de más ya no es un destino ineludible. Si bien es cierto que la invitación al descanso y a relajar rutinas se asocia en muchos casos con un incremento ostensible en la balanza (de 2 kilos, en adelante), la oferta cada vez más amplia de actividades deportivas en los sitios de veraneo -carreras de playa, gimnasios con horarios amplios, bicicletas y áreas de complementos gratuitas-, sumada al número creciente de personas que durante el año laboral participan de equipos de entrenamiento en disciplinas como el running y que pretenden no perder el estado físico logrado, hace que cada vez sean más los veraneantes que disfrutan de su ansiado tiempo de ocio en movimiento. Lo que les evita posteriores disgustos sobre la balanza.

Es el caso de Victoria Trigo, abogada porteña, de vacaciones en Punta del Este. Todos los días sale a correr o a andar en bicicleta por la rambla, muchas veces acompañada por su madre que aprovecha a caminar o a pedalear a su lado. «En Buenos Aires, voy tres veces por semana al gimnasio. Acá lo que hago es intensificar la rutina porque tengo más tiempo libre. Hoy hice casi dos horas: media hora de bici y media hora de trote. Después estirar, algunos abdominales y listo», cuenta Victoria, que prefiere la mañana para entrenar, un momento del día vedado para el ocio durante el resto del año.

Victoria cabe dentro de las tribus deportistas de verano: aquellos que realmente disfrutan de la actividad física y para quienes las vacaciones representan la promesa de tiempo libre a gran escala dedicado al placer de correr, de nadar, de subirse a una bicicleta… en fin, de moverse libres, sin las ataduras laborales que durante el resto del año queman el tiempo y las ganas de estar activos.

«Es el deportista aficionado que entrena todo el año -dice Leonardo Malgor, entrenador del equipo nacional de atletismo que por estos días dirige los grupos de running de Nike en Mar del Plata-. Esa persona está esperando todo el año estos 15 días de vacaciones para desarrollar la actividad que más le causa placer durante el día, que es correr, jugarse un picado, agarrar la raqueta… Incluso, mucha gente se engancha en plenas vacaciones con el running , por ejemplo, y cuando vuelve sigue esa práctica deportiva.»

Pero también están aquellos que no tienen un gran apego ni por el deporte ni por la actividad física, pero que, enfrentados a la realidad de que la dieta de playa dista bastante de los consejos nutricionales que llegan a sus oídos, deciden poner algo de su parte para no tener que pelearse con la balanza que los espera al acecho en el hogar.

«Algunos deciden venir acá para sentirse menos culpables», dice Nicolás Corti, licenciado en actividad física que asiste a quienes acuden al gimnasio Megatlón de La Barra, en Punta del Este. «Así como viene gente que entrena todo el año y que cuando viene acá llega con su rutina preparada para seguirla, también están los que vienen de una inactividad de todo el año, y que, como en verano comen un poco más y toman un poco más, buscan quemar todo ese exceso.»

«Uno se cuida todo el año. Y cuando venís de vacaciones, querés descansar, pero tampoco que eso signifique que a la vuelta vas a volver peor de lo que te fuiste -reflexiona Verónica Martínez, de 36 años, que dirige una casa de ropa de diseño-. Por eso, nosotros elegimos comer sano, solemos almorzar ensalada y hacer bastante ejercicio como para dejar algún margen para, a la noche, poder tomar una copa de vino o algún postre. Sin excesos, pero tampoco sin descuidarnos.»

Este verano, Verónica se instaló en Pinamar con sus tres hijos y su marido Mariano Páez. Y a la hora de elegir balneario buscaron uno que ofreciera distintas actividades deportivas. Así, Verónica no tardó en sumarse a las actividades en el balneario La Nueva Posta. El kangoo jump fue una de los deportes que la atrajo (la instructora Beatriz Magallán le explicó que en cada clase quemaría unas 1500 calorías, contra 400 que se consumen en una clase de gimnasia tradicional).

Desde entonces, Verónica no dudó en calzarse las botas con resortes y sumarse a las clases, actividad que combina con las clases de spinning sobre un deck , frente al mar. Fuera de la playa, en los gimnasios de la costa, las horas pico son la media mañana y después de las 19.30 («después de la playa»), afirma Nicolás Corti.

Damián Sosa prefiere la mañana, aunque un poco más temprano. La rutina de vacaciones de este arquitecto de 41 años incluye el correr seis kilómetros todas las mañanas. «Hasta ahora, sólo un día no salí, porque había trasnochado y me costó levantarme y encima el día estaba feo», cuenta Damián. Cuando termina de ejercitarse, elonga, toma un licuado en el parador de Terrazas del Alba y vuelve a su casa, donde su esposa Mabel y su hija Isabela de tres años recién se están despertando.

Leonardo Malgor, entrenador de la maratonista Marita Peralta en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, avala la decisión de Damián: «Para el deportista amateur que está de vacaciones, mi principal consejo es que sean los primeros de la familia en levantarse y salir a hacer la actividad física que quieren hacer, para después poder disfrutar de la familia y que la familia disfrute de uno».

«De lo contrario, la familia está en pleno día de playa pensando que se tienen que volver porque mamá o papá se tiene que entrenar, o de repente el chico está jugando con su papá, y el papá se pone las zapatillas y se va a correr…» Nada de eso, es obvio, colabora con el disfrute de las vacaciones en familia.