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Lucha femenina: knock out a los prejuicios

Historias de mujeres que hicieron del combate su deporte y las críticas machistas contra las que tuvieron que dar batalla.

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No fue fácil para Marcela “La Tigresa” Acuña, de 36 años, subirse al ring. La resistencia hacia el boxeo femenino por parte de técnicos, boxeadores y gimnasios eran piedras en su camino. Pero la perseverancia y el esfuerzo la ayudaron a lograr su objetivo. En 2003 fue la primera Campeona Mundial argentina y, por fin, le ganó por puntos a los prejuicios en una ardua pelea.

“Por ser un deporte tan machista nunca se hubiesen imaginado que las mujeres íbamos a empezar a boxear. He tenido que enfrentar todo tipo de prejuicios, desde escuchar decir que una mujer no podía ni siquiera aprender la técnica del boxeo por el solo hecho de ser mujer, hasta lo más subido de tono, como por ejemplo que vayamos a lavar los platos o que simplemente estamos para la casa”, cuenta la Tigresa. Incluso dice que a pesar de que hoy en día hay varias campeonas mundiales y boxeadoras del país reconocidas internacionalmente, las trabas hacia las mujeres siguen existiendo: “Tenemos que vivir situaciones de prejuicios con muchos periodistas”, afirma. Otro de los aspectos en los que se refleja la desigualdad en este deporte entre hombres y mujeres, es en cuanto al pago, porque ellas, según asegura la boxeadora, no cobran lo mismo que un campeón mundial.

“Creo que fui la que más sufrió, porque fui la primera, la que abrió las puertas a las otras chicas”, dice la Tigresa. El primer Campeón Mundial de Argentina, según la Federación Argentina de Box, fue Pascual Pérez en 1954, y le siguieron otros 37 deportistas. En el caso de las mujeres, este registró se abrió en 2003 con la Tigresa y, en total, ya son 13 las campeonas. “Hubo muchos cambios, ahora una chica va al gimnasio y es aceptada como una más. Antes los técnicos decían que no querían entrenar a mujeres, pero hoy lo hacen. Yo tuve mucha fuerza de voluntad para aguantar muchas cosas de las que no me arrepiento. Trataban de hacerme cambiar de opinión o de que desistiera de boxear, y sin embargo con perseverancia, esfuerzo y pasión hacia este deporte que tanto amo, le gané esa gran pulseada a todos los hombres y a la gente que al principio no quería saber nada con el boxeo femenino”, afirma la Tigresa.

En el mundo, la primera campeona de boxeo femenino fue la inglesa Elizabeth Wilkinson, en 1722, cuando las reglas de ese deporte aún no estaban muy definidas.

Sandra Cubas, de 34 años, empezó a practicar Taekwondo a los 23 y a los 26 ya era cinturón negro de ese arte marcial. En esa disciplina no hay diferencias, todos pueden practicarlo en igualdad de condiciones: “Es una concepción muy oriental y filosófica, entonces no existe el prejuicio dentro de lo que es la práctica. Es lo mismo para todos. Sí quizás hay un prejuicio externo, porque de repente para el afuera la mujer que hace Taekwondo es una machona y en realidad no tiene que ver con eso, sino con la hiperactividad de la mujer porque demanda mucho desgaste físico”.

En 2008 la judoca argentina Paula Pareto ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín. Empezó a practicar esta disciplina a los nueve años y a partir de allí fue Campeona Nacional en reiteradas oportunidades, así como también a nivel internacional. Pero en Judo ellas tuvieron que esperar para que acceder a los Juegos Olímpicos. Los hombres fueron aceptados en 1964, mientras que las mujeres recién en 1992. De hecho, en la red social Facebook se puede encontrar un grupo con el nombre “Nosotras TAMBIÉN hacemos Judo”.

Si bien es cierto que los prejuicios hacia las mujeres que practican disciplinas de contacto físico poco a poco se van derribando, las desigualdades son evidentes al dar cuenta de lo tardío que, por ejemplo, llegó el boxeo femenino en Argentina a lo más alto y el Judo femenino a los Juegos Olímpicos. La lucha es la herramienta para que las deportistas ganen cada vez más espacios, pero también para combatir una mirada social que, en algunos casos, aún hoy sigue siendo machista.