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Moda en EE.UU.: Entrenar a más de 40 grados

Un sábado reciente en el gimnasio Pure Yoga en el Upper East de Nueva York , casi 41ºC, temperatura típica de un baño de vapor, no son suficientes para 16 mujeres transpiradas tras una serie de ejercicios en cuclillas en barra estilo ballet.

«Estamos subiendo la temperatura a 43 grados a pedido de los clientes», anuncia la instructora, Kate Albarelli, de 31 años, en un tono alegre que normalmente indicaría que es tiempo de descansar. Las mujeres se ven tan complacidas como si realmente se les estuviera ofreciendo un descanso.

Los gimnasios típicos tienen una temperatura de entre 20 y 22 grados, según las pautas del American College of Sports Medicine, y la temperatura más alta registrada en Manhattan al aire libre es de 41ºC.

Pero para estos religiosos deportistas, provenientes en su mayor parte de Nueva York y Los Angeles, sólo temperaturas sofocantes producen entrenamientos adecuados: ritmos cardíacos acelerados, músculos flexibles y transpiración psicológicamente satisfactoria que los devotos describen como desintoxicante. Así, los gimnasios y centros deportivos intentan atraerlos tanto con clases de yoga cada vez más intensas y calurosas, como con versiones abrasadoras de pilates, pesas, ciclismo y más.

Alexandra Cohen, de 42 años, productora de la serie The View, comenta: «No tengo tiempo para pasar horas en el gimnasio haciendo ejercicios cardiovasculares y pesas y después ir al baño de vapor para desintoxicarme».

Por eso, Cohen va dos veces por semana a las clases del profesor de yoga Carlos Rodríguez en busca de una fusión extenuante de capoeira, calistenia y pesas. Para realizar estos ejercicios de una hora de duración, se descalza en una sala más caliente que el cuerpo humano y alinea cuatro colchonetas para no perder tiempo en cambiarlas cuando alguna se cubra de transpiración.

«Puedo decir que fue un buen día cuando tengo que escurrir literalmente mi ropa», reflexiona.

OLA TROPICAL

Nadie toma de modelo a estos héroes de los gimnasios ya que la tendencia es demasiado limitada y localizada para que la International Health, Racquet and Sportsclub Association pueda controlarla. Pero la demanda de salas de ejercicios cada vez más calurosas es suficiente como para que Chad Clark, antes luchador universitario, ahora instructor de yoga Bikram en Scranton, Pennsylvania, haya inventado un nuevo negocio: brindar un clima tropical a las salas deportivas. Hace poco trabajó con un fabricante para diseñar una calefacción especial que puede llegar a temperaturas de más de 80ºC.

«Utilizo mucho más material industrial para que se pueda transformar un salón en sauna sin problemas», dice Clark.

Uno de sus clientes, propietario de un centro deportivo en San Diego, le pidió una sala con 70ºC, temperatura típica de un sauna.

«Sin agregar calor, no creo que consiga atraer cierto tipo de personas para hacer pilates», dice Lauren Piskin, del gimnasio Chaise23. «El calor permite realizar ejercicios muy fuertes y obtener un músculo perfecto y libre de grasas». asegura.

Los entrenamientos no prometen la evaporación de las grasas o la pérdida de peso, sino que el énfasis está puesto en el factor «extremo». En septiembre, Crunch inició las clases de pilates en colchonetas con 37ºC, invitando a los clientes a «sobrepasar el límite» y «transpirarlo todo» en ejercicios que, prometen, «te harán ver más atractivo que nunca».

LLUVIA DE SUDOR

Loren Bassett, exigente profesora de yoga de 41 años de Manhattan, se refiere cálidamente a algunos de sus seguidores como «dementes». En parte es por ellos que ella y su entrenador, Cole McDonough, del gimnasio David Barton, dieron forma al Bassett’s Boot Camp el año pasado. La clase consiste en 75 minutos de ejericios cardiorrespiratorios de alta intensidad, posturas del cuervo (yoga) y entrenamiento básico. La revista Marie Claire lo declaró «el entrenamiento más fuerte de Estados Unidos»; los espacios tienen semanas reservadas por anticipado. Un domingo de marzo, apenas la clase terminó una serie set de saltos, cuclillas y flexiones, un suave y monótono sonido parecido a la lluvia se dejó escuchar cuando la música se detuvo. Era el sudor cayendo en las colchonetas.

«Yo soy la fanática que llega temprano sólo para conseguir lugar debajo de la calefacción», dice Karin Wilk, de 45 años, que toma clases exclusivamente con calor. «Siento que me lleva totalmente al extremo y nada más puede molestarme el resto del día después de sobrevivir al infierno»,confiesa.

Los expertos están de acuerdo con los beneficios, pero sólo hasta cierto punto. Douglas Casa, profesor de kinesiología en la Universidad de Connecticut y experto en esfuerzo atlético con calor, dice que si bien no hay dudas acerca de que los entrenamientos con calor son más difíciles, hay un pico de beneficio a los 38ºC. «Sobrepasando esa temperatura, sólo se está poniendo en riesgo la salud», explica Casa, que también es gerente de Operaciones en el Instituto Korey Stringer de la universidad, entidad que lleva ese nombre por el jugador delantero de los Minnesota Vikings que murió por un golpe de calor en 2001.Ejercicios vigorosos y calurosos, dice él, se recomiendan sólo para los que tienen un alto estado físico y están bien hidratados. De todas formas, incluso en esos casos existen límites.

«Si el calor es demasiado y no permite realizar un ejercicio difícil, no se cumple el objetivo», continúa Casa.

¿Qué pasa con el efecto desintoxicante? «Eso es un engaño. No creo que haya ninguna ventaja en transpirar más. A algunos sólo les gusta cómo se siente.»