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Actualidad

Se cumplen 20 años de la puñalada a Monica Seles

Fue una de los hechos más dramáticos de la historia del tenis; sucedió el 30 de abril de 1993, en el torneo de Hamburgo, donde un fanático de Steffi Graf atacó a la yugoslava, que jamás volvió a ser la misma

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El 30 de abril de 1993, la puñalada de un fanático truncó una de las carreras más rutilantes del tenis mundial: la de la yugoslava Monica Seles.

Seles tenía 19 años y se disponía a romper todas las marcas. Había arrasado con siete de los últimos nueve Grand Slams. Con un tenis agresivo y muy potente se había coronado reina del tenis femenino, desplazando a la alemana Steffi Graf.

Pero ese 30 de abril todo cambió. La número uno del mundo disputaba uno de los cuartos de final contra la búlgara Magdalena Maleeva ante 6.000 espectadores en el torneo de Hamburgo. Seles ganaba 6-4 y 4-3, sin sobresaltos.

Eran las siete menos diez de la tarde, cuando Seles profirió un grito de dolor al incorporarse del banco tras un descanso. Günter Parche, un tornero desempleado de la ex Alemania comunista, de 38 años, había corrido hacia la baranda para clavarle en la espalda la punta de un cuchillo de cocina de 23 centímetros.
Parche, mentalmente perturbado, estaba obsesionado con Steffi Graf y no podía soportar que la alemana hubiera perdido el liderazgo del tenis mundial un año y medio atrás, justamente a manos de Seles. Sólo quería herir a Seles, según aseguró en el juicio posterior. Su plan era apartarla temporalmente de las canchas para que Graf recuperase la cima, lo que pronto ocurrió.

Parche atacó a Seles justo cuando se inclinaba hacia adelante para incorporarse. Por ello, la hoja del cuchillo penetró sólo dos centímetros en la espalda, cerca de la cuarta vértebra toráxica.

Seles se tocó la herida instintivamente para ver que tenía sangre, tambaleó y cayó al suelo. «No sabía lo que pasaba. De repente me costó respirar y sentí un dolor horrible en la espalda», contó posteriormente en su biografía, publicada en 2009.

De nada habían servido las estrictas medidas de seguridad para la jugadora yugoslava en pleno conflicto en los Balcanes. Tenía cuatro guardaespaldas y cambiaba de ingreso al estadio y de vestuarios cada día.

Seles fue trasladada a un hospital, donde se constató que la herida no había dañado ni órganos ni tendones. Los médicos le dijeron que tuvo mucha suerte, porque de no haberse inclinado hubiera quedado paralítica.

Pero quedó la otra lesión, la de la psiquis. «Es curioso el tremendo efecto que puede tener en la vida una mínima pequeñez», reflexionó en su biografía.

Los organizadores dispusieron continuar con el torneo a pedido de la WTA y con el consentimiento de todas las jugadoras. «Quedé consternada. El torneo seguía como si no hubiera ocurrido nada (…) Fue una lección dura sobre el negocio del tenis. En realidad, sólo se trata de dinero», confesó.

Parche fue condenado por lesión corporal a dos años de libertad condicional. Seles nunca más pisó suelo alemán. «Alemania es el país en el que no se castigó lo suficiente a un hombre que me atacó por la espalda», dijo.

Una semana tras el ataque, las tenistas decidieron en Roma que el escalafón se elaboraría sin ella. «Todas las jugadoras, con excepción de la argentina Gabriela Sabatini, que se abstuvo, votaron en contra de que se congelara el ranking. No era nada personal, sólo comercial. Pero con una herida fresca en la espalda fue difícil de soportar».

Seles quedó sumida en una depresión y llegó a subir hasta 30 kilos. Dos años más tarde volvió a las canchas con un partido de exhibición contra Martina Navratilova en Atlantic City, en julio de 1995. Un mes más tarde fue vitoreada al conquistar el Abierto de Canadá.

En 1996 ganó su noveno y último Grand Slam en Australia y festejó otros 20 triunfos tras el atentado, el último en 2002 en Madrid, pero nunca consiguió recuperar su antigua forma. Luchó con lesiones crónicas y quedó muy afectada por la muerte de su padre, en 1998.

En febrero de 2008 dijo adiós al tenis profesional. «Me apuñalaron en la cancha de tenis, delante de miles de personas (…) Eso cambió mi carrera de forma irreversible y me dañó el alma. Una fracción de segundo me convirtió en otro ser humano», fue el balance de su vida.

Günter Parche sufrió varios derrames cerebrales y vive en un asilo en Turingia. Seles vive en Estados Unidos, donde en 2008 tomó parte del show de baile «Dancing with the Stars». La ex tenista, de 39 años, es embajadora de la Fundación Laureus y participa en obras para niños en África.