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Londres 2012

Valeria Pereyra, con el corazón en Londres

La representante de la gimnasia artística, tiene 16 años y es la atleta más joven de la delegación nacional; «El cielo es el único límite», asegura la chica de Liniers

Vive en un estado de enamoramiento con Londres. Ese corazón británico que tiene estampado en su ropa de calle es, hoy mismo, el sentido de su vida deportiva. Valeria Pereyra es la gimnasta más feliz de la Argentina: participará en los Juegos Olímpicos con apenas 16 años. Será la mimada de la delegación nacional, ya que es la más joven entre los 95 deportistas clasificados hasta hoy.

«Tengo una frase que me gusta, que dice que el cielo es el único límite. Cuando a los 12 años me clasifiqué para el Sudamericano Infantil en Lima, pensé que había alcanzado mi techo. Pero no, no hay techo, el cielo es infinito», se emociona Valeria, que ya tiene hora y fecha del debut olímpico: a las 9.30 del 29 de julio en el North Greenwich Arena.

La gimnasia artística en Londres contará con 98 mujeres, y el objetivo de Valeria -difícil, por cierto- será avanzar a la final all around, en donde quedarán las mejores 24. «Es difícil, pero no imposible; lo que más me entusiasma es que me tocó el orden de aparatos que más me conviene: paralelas, viga, suelo y salto», cuenta esta chica criada en Liniers y que asiste al 4° año del secundario en el colegio del Cenard.

Ella era muy remolona para los entrenamientos, lo reconoce. Si debía hacer diez abdominales, retaceaba con apenas cinco. Se esforzaba lo menos posible. Sabía que su gran fortaleza mental le alcanzaba para conseguir muy buenos resultados en los torneos. Las profesoras de Vélez no la recomendaban: «No te fijes en ella porque es vaga y caprichosa, no quiere hacer nada». Cuando Daniela Conde escuchó esa afirmación, dijo: «¿Por qué no me voy a fijar en ella si con sólo verla pararse ya me doy cuenta de que tiene posibilidades de clasificarse a un torneo internacional?».

A partir de ese diálogo, Daniela se convirtió en la entrenadora de Valeria, un vínculo que dio sus mejores frutos en el Preolímpico de Londres, en enero pasado, donde logró el pasaje para los Juegos.

Parece mucho más madura que lo que indica su DNI. Mira profundo y argumenta: «A mí me reconocen más por la mentalidad que por otra cosa. A la hora de competir está el aparato y yo, no me molesta nadie. Y quiero ganar. Siempre. No importa que esté compitiendo ante mis compañeras. Son mis amigas, pero me gusta ganar. Soy dos personas distintas: una al competir y otra en los entrenamientos».

Su entrenadora, que supo moldearla para que entendiera el esfuerzo que demanda la gimnasia, comenta: «Es una mina que sueña en grande, de creer que puede lograr un objetivo. Más allá de la dificultad de los Juegos, no va a ir a pasear».

Conviene recordarlo para no crear falsas expectativas: la Argentina está a años luz de las tres grandes potencias de la gimnasia, Estados Unidos, Rusia y China. La cantidad de exponentes en nuestro país -sólo ocho de elite entre las mayores y unas 1200 de todos los niveles que compiten en los Nacionales- deriva en módicas expectativas. Pero nada inhibe a Valeria: «Lo mejor es que no tengo nada que perder. No se trata de ser conformista, es salir a dar lo máximo sin la presión de ganar una medalla. Haberme clasificado para Londres 2012 ya es increíble».

Hasta los 11 años, para Valeria todo era un juego. Hoy se observa a ella misma en una grabación en VHS cuando tenía 4 años. «Ya a esa edad era supercompetitiva, con mucha cabeza para los torneos, algo que es raro. Me decían Pereyra y me sentía la mejor gimnasta del mundo. En realidad, no entendía la gimnasia y para qué me entrenaba.»

A Londres llevará la estampita de Jesús; también el peluche que le regalaron su amigas de la gimnasia en Vélez, autodenominadas «Las Gladiadoras». También viajará con el recuerdo de su camino hacia los Juegos: la paciencia que le tuvieron en el colegio con las faltas, el apoyo de su familia, las horas de perfeccionamiento. Pero ahora es ella y su gran ilusión olímpica. Nada más.